David Alcabúa revela en este libro todos los “trucos” que existen para hacer de la palabra una herramienta poderosa. No son pócimas secretas ni códigos Da Vinci. La comunicación es ante todo oficio, técnica al servicio de las buenas y las malas ideas. La palabra puede ser bisturí de cirujano o cincel de escultor, pero también navaja arrabalera y martillo pilón. La palabra es el pilar sobre el que se construir puentes y la bola de acero catapultada que demuele edificios enteros. La palabra es sedante, pero también estimulante y, en ocasiones, descarga eléctrica. Cuando llega el momento de la “puesta en escena”, cuando se abre el micrófono y comienza la función, es probable que uno no conozca todas las respuestas, pero conviene que se haya hecho todas las preguntas. Aquellas que se harán los oyentes, que uno mismo fomentará. Preguntar es la rampa de lanzamiento del aprendizaje. Cuanto más preguntamos, más conocemos.