Los seres humanos construimos sentido y significado a través de las historias que nos contamos a nosotros mismos o a otros sobre nuestra experiencia. En la Terapia Narrativa basada en la Atención Plena, entendemos el proceso terapéutico como una conversación entre terapeuta y paciente que facilita la evolución de los significados narrativos. Para el caso de la depresión, esos significados están construidos en torno a la pérdida y la autodesvalorización.
Terapeuta y paciente conversan desde la narrativa inicial del paciente sobre el argumento dominante de su historia. Y lo hacen desde diferentes perspectivas. Desde una perspectiva de primera persona, trabajando con las emociones o las sensaciones corporales, la valoración biográfica o el autodiálogo interno. Desde una perspectiva de segunda persona, cuando lo que trae el consultante es un duelo, una descalificación en las relaciones o algo que tiene que ver con la relación terapéutica. Y desde una perspectiva de tercera persona cuando lo que el paciente trae es una historia de sufrimiento anclada en las metanarrativas sociales o culturales dominantes que sostienen la desvalorización de la persona.
El terapeuta ayuda a desarrollar ese trabajo con una actitud personal basada en la atención plena y entrena simultáneamente al consultante en esa misma actitud. De esa forma el consultante puede ir contactando con su intención de traer la atención a la experiencia presente, con aceptación libre de reacciones y de críticas, de aquello que surja.