Perder no nos gusta. Nada de nada. Nos cuesta mucho admitir que tendremos que aceptar pérdidas y duelos a lo largo de la vida.
Sin embargo, es necesario reconocer que las pérdidas forman parte de nuestra existencia y que la educación de pequeños y mayores tiene como uno de sus primeros objetivos aprender a transformar las pérdidas inevitables en algo valioso y en fuente de valores éticos.
Dicen que compartir los sentimientos nos aleja del dolor, pero es muy difícil hacerlo cuando estos son tristes o dolorosos. Y cuando las pérdidas nos abruman, podemos negarlas, esconderlas; nos podemos enfadar, rebelar... o podemos aceptarlas. Hemos de intentar que nuestros procesos de duelo sean saludables.
La ausencia de un ser querido es la pérdida más difícil de aceptar. Y también habrá otras que nos “esperen” en el horizonte de nuestra existencia.
La autora nos plantea algunas preguntas clave acerca de la variedad de pérdidas y duelos que aparecen en nuestra vida. Las respuestas no serán nunca unívocas. La experiencia humana de perder (y de ganar) es personal, única e irrepetible.