Dentro de los aspectos emocionales que se contemplan tenemos por una parte la llamada inteligencia personal, que engloba la conciencia de sí mismo, que es la que permite reconocer las fortalezas y las debilidades propias. Otro componente de esa inteligencia personal es el llamado control de la conducta, que permite pensar antes de llevar a cabo una acción. El último aspecto de esa inteligencia personal es la automotivación, que impulsa a la actividad y a la búsqueda de soluciones en las acciones que se emprenden.
También forma parte de la inteligencia emocional la que se ocupa de las relaciones entre las personas, que se ocupa fundamentalmente de las habilidades sociales, que sirven para convencer e influir en las personas de nuestro entorno. Igualmente tiene especial relieve en este tipo de relaciones la llamada empatía, que supone entender a los otros y ser capaz de ponerse en su lugar.