Como una premonición, el contenido de este libro, básicamente, estaba preparado para ser editado antes de que la pandemia por el COVID-19 nos confinara a todos en casa.
Han pasado más de 90 días desde entonces y nuestras vidas han cambiado radicalmente. Y en estos más de 90 días hemos asistido a escenas terribles y muy dolorosas, e incluso nuestras propias vidas han estado (y siguen estando) en peligro de contagio y de muerte. Por lo tanto, este libro es muy oportuno y útil en estos momentos para quienes es nuestro trabajo -que hacemos de corazón- apoyar y ayudar a cuantos necesiten encontrar un otro que, espontáneamente, pueda compartir su sufrimiento.
Si cada persona en duelo por la pérdida de un ser querido plantara un árbol en alguna parte, nuestro planeta Tierra reverdecería y podríamos aliviar el desastre al que tenemos sometida a la Madre Naturleza. Y sería un homenaje para el difunto y un vínculo entre la Vida y la Muerte.