Después de la catástrofe provocada por la Primera Guerra Mundial, Europa emprendió un proceso de reconstrucción en el que las ciudades tuvieron un papel crucial como referentes intelectuales, culturales y ociales. En esta compleja trayectoria, la educación tomó la responsabilidad de forjar una conciencia continental con el fin de afianzar la democracia parlamentaria y conformar una comunidad de convivencia pacífica que cristalizó en la Unión Europea. Trieste, Viena, Ginebra, Birmingham, Moscú, San Petersburgo, París, Barcelona y Berlín, entre otras, abanderaron esta transformación y se convirtieron así en ciudades clave. La presente obra analiza en profundidad la particular cartografía pedagógica que dibujaron estas capitales y los discusos educativos que hicieron posible el camino hacia la configuración de la Europa actual.