Nacido en el seno de una familia humilde del Alto Aragón, Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) manifestó pronto una personalidad, una voluntad y una resolución que le convirtieron en un maestro, un científico y un humanista extraordinario. Padre de la neurociencia moderna, a la que consagró cincuenta años de investigación, sus descubrimientos fueron reconocidos por la comunidad científica internacional con la concesión de prestigiosas distinciones, como el Premio Moscú (1900), la Medalla Helmholtz (1905) y, el más importante, el Premio Nobel de Medicina (1906).
Ramón y Cajal no fue un sabio de laboratorio que permaneció al margen de la sociedad. A su juicio, los escritores, los investigadores y los artistas debían aportar soluciones a los problemas sociales. Así, a lo largo de su vida alzó su voz junto a Joaquín Costa, Benito Pérez Galdós y Miguel de Unamuno para demandar la regeneración de la vida pública, resaltando que la educación y la ciencia constituíanlas palancas decisivas para impulsar la modernización de España.