Suele ser una norma en el campo de la psicología y la pedagogía considerar que las dificultades intelectuales que sufren los niños se deben o a deficiencias orgánicas o a una inhibición de su crecimiento mental. Las dificultades de aprendizaje se ven así como una detención del desarrollo.
Utilizando los descubrimientos del psicoanálisis en este campo, la autora postula en esta obra que, tras esta aparente inhibición intelectual que se da en niños físicamente sanos, operan por el contrario, procesos inconscientes muy activos e intelectuales, cuya finalidad es mantener al niño aislado, tanto de la comprensión de la realidad objetiva, como de la de su propio mundo interior, y ello debido a que, a veces, la percepción inteligente de ambos mundos le causan conflictos y, con ellos, ansiedad y sufrimiento psíquico.
Estudia además, apoyándose en material clínico, las inteligentes formas en que puede operar esta contrainteligencia, las causas más frecuentes por las que suele ser puesta en marcha y su posible alteración mediante el procedimiento psicoanalítico.
Intenta con ello abrir una puerta de esperanza para aquellos niños sobre quienes se ha hecho un demoledor diagnóstico de debilidad mental o de carencia de inteligencia, sin esperanza de cura y que en realidad pueden “estar siendo muy inteligentes para lograr no saber”. La labor terapéutica puede conseguir, tras el análisis de las ansiedades subyacentes a sus personalidades conscientes, rescatar la inteligencia que está siendo utilizada contra sí misma y volcarla hacia la comprensión de la realidad.