Volviendo a la normalidad

La invención de los trastornos mentales se extiende a la infancia. Algunos problemas que tienen los adultos con la atención, la actividad y el humor de los niños están siendo capitalizados por la industria farmacéutica como dianas para la comercialización de medicamentos, sobre el supuesto de que son enfermedades cerebrales. Nos referimos al trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y al trastorno bipolar infantil de reciente lanzamiento. Educar a los niños es mucho más complicado de lo que se piensa y el comportamiento de algunos supone un reto para su educación.

Pero, ¿prefieren los padres un niño “enfermo” a asumir la responsabilidad de su educación? ¿Qué arreglan los profesores con “escudarse” en diagnósticos? ¿No sospechan, o realmente desconocen los especialistas, que se trata de diagnósticos falaces, sin fundamento neurobiológico establecido y que responden más bien a intereses? ¿Hacen bien las instancias políticas en dar carta de naturaleza a problemas cuya esencia está por determinar? ¿En qué lugar queda un niño así etiquetado? Estas son algunas de las cuestiones abordadas en este libro, escrito por especialistas en el ámbito escolar, clínico y neurobiológico.

“La alta prevalencia de algunos rasgos de conducta, considerados comúnmente como indicativos de psicopatología, ¿significa que una gran proporción de los niños padecen trastornos psiquiátricos? O ¿son estas manifestaciones, características del desarrollo, reacciones que aparecen en niños esencialmente normales?”, Shepherd, Oppenheim y Mitchell (1972).