CuentoTerapia en el Club de Lectura para Psicólogos

“SI DESEAMOS VIVIR, no momento a momento, sino siendo realmente conscientes de nuestra existencia, nuestra necesidad más urgente y difícil es la de encontrar un significado a nuestras vidas. Como ya se sabe, mucha gente ha perdido el deseo de vivir y ha dejado de esforzarse, porque este sentido ha huido de ellos…

 

…Para alcanzar un sentido más profundo, hay que ser capaz de trascender los estrechos límites de la existencia centrada en uno mismo, y creer que uno puede hacer una importante contribución a la vida: si no ahora, en el futuro. Esta sensación es necesaria si una persona quiere estar satisfecha consigo misma y con lo que está haciendo. Para no estar a merced de los caprichos de la vida, uno debe desarrollar sus recursos internos, para que las propias emociones, la imaginación y el intelecto se apoyen y enriquezcan mutuamente unos o otros…

 

…En esta tarea no hay nada más importante que el impacto que causan los padres y aquellos que están al cuidado del niño; el segundo lugar en importancia lo ocupa nuestra herencia cultural si se transmite al niño de manera correcta. Cuando los niños son pequeños la literatura es la que mejor aporta esta información“.

(En PSICOANÁLISIS DE LOS CUENTOS DE HADAS. Bruno Bettelheim)

 

Y de pequeños (o no tanto) nos preguntamos:

¿A quién quiero parecerme?

¿En quién me quiero proyectar?

 

En la LIBRERÍA MAYO consideramos que los cuentos tienen tanta importancia para el desarrollo infantil que les hemos dedicado:

1º Una sección de la librería y de nuestra web: CUENTOTERAPIA en www.libreriamayo.com

(donde encontrarás secciones específicas como Obsesiones y manías, Relajación, Nace un hermanito, Separación y divorcio, Timidez, Enfados y Rabietas, Miedos…no dejes de visitarla!!)

 

2º Próximamente un blog especializado CuentosqueAyudan

(Ahora está en construcción pero pronto lo colgaremos en la web de la Librería Mayo)

 

3º Nuestra siguiente reunión del Club de Lectura para Psicólogos donde comentaremos Charlie y la Fábrica de Chocolate.


11ª reunión del Club de Lectura para Psicólogos

“Charlie y la Fábrica de Chocolate” de Roald Dahl.

Sábado 26 de Mayo, de 18 a 20 horas, en la LIBRERÍA MAYO

Apúntate en la propia Librería: en el 91.116.28.06 o en alejandrogmayo@gmail.com

Gratuito. Tómate un café con nosotros!!


 

Y esta historia dice así…

“Estos dos señores tan viejos son el padre y la madre del señor Bucket. Se llaman abuelo Joe y abuela Josephine.

 

Y estos dos señores tan viejos son el padre y la madre de la señora Bucket. Se llaman abuelo George y abuela Georgina.

Éste es el señor Bucket. Ésta es la señora Bucket.

El señor y la señora Bucket tienen un hijo que se llama Charlie Bucket.

Éste es Charlie. ¿Cómo estás? Y tú, ¿cómo estás?

Charlie se alegra de conoceros.

Toda esta familia – las seis personas mayores (cuéntalas) y el pequeño Charlie Bucket – viven juntos en una casita de madera en las afueras de una gran ciudad.

La casa no era lo bastante grande para tanta gente, y la vida resultaba realmente incómoda para todos. En total, sólo había dos habitaciones y una sola cama. La cama estaba reservada a los cuatro abuelos, porque eran muy viejos y estaban cansados. Tan cansados que nunca salían de ella.

El abuelo Joe y la abuela Josephine de este lado, y el abuelo George y la abuela Georgina de este otro. El señor y la señora Bucket y el pequeño Charlie Bucket dormían en la otra habitación, sobre colchones extendidos en el suelo.

En el verano esto se podía soportar, pero en el invierno, heladas corrientes de aire soplaban a la altura del suelo durante toda la noche y era horrible.

No había para ellos posibilidad alguna de comprar una casa mejor, o incluso de comprar otra cama. Eran demasiado pobres para eso.

El señor Bucket era el único en la familia que tenía un empleo. Trabajaba en una fábrica de pasta dentífrica, donde pasaba el día entero sentado en un banco ajustando los pequeños tapones de los tubos de pasta después de que éstos hubiesen sido llenados. Pero un taponador de tubos de pasta dentífrica nunca gana mucho dinero, y el pobre señor Bucket, por mas que trabajase y por más velozmente que taponase los tubos, jamás conseguía ganar lo suficiente para comprar la mitad de las cosas que una familia tan numerosa necesitaba. Ni siquiera había bastante dinero para comprar comida adecuada para todos ellos. Las únicas comidas que podían permitirse eran pan y margarina para el desayuno, patatas y repollo cocido para el almuerzo y sopa de repollo para la cena. Los domingos eran un poco mejor. Todos esperaban ilusionados que llegara el domingo, porque entonces, a pesar de que comían exactamente lo mismo, a todos les estaba permitido repetir.

Los Bucket, por supuesto, no se morían de hambre, pero todos ellos – los dos viejos abuelos, las dos viejas abuelas, el padre de Charlie, la madre de Charlie y especialmente el propio Charlie – pasaban el día, de la mañana a la noche, con una horrible sensación de vacío en el estómago.

Charlie era quien más la sentía. Y a pesar de que sus padre y su madre a menudo renunciaban a sus propias raciones de almuerzo o de cena para dárselas a él, ni siquiera esto era suficiente para un niño en edad de crecer. Charlie quería desesperadamente algo más alimenticio y satisfactorio que repollo y sopa de repollo. Lo que deseaba más que nada en el mundo era….CHOCOLATE“.

(Charlie y la Fábrica de Chocolate. Roald Dahl)

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