Freud en Madrid
¿Qué significa llegar a ser Freud? Este es el sugerente rótulo, “Llegar a ser Freud”, que nos da acceso a la exposición sobre Lucian Freud en Madrid, en el museo Thyssen-Bornemisza. Así que, desde la Librería Mayo, hoy queremos proponeros una interesantísima visita cultural.
La exposición sobre Freud estará en Madrid hasta el 18 de junio. Tenéis toda la información pinchando en este enlace: Freud en Madrid.
Pero, ¿quién fue Lucian Freud?
Pues el mismísimo nieto de Sigmund Freud y uno de los pintores más reconocidos del pasado siglo XX.
A modo de ejemplo, en el año 2008, Lucian Freud fue declarado el pintor vivo más cotizado después de que una de sus obras, el famoso retrato de Sue Tilly, fuese subastado en 47 millones de euros.
Así que, sólo con esos dos motivos, ya tenemos más que suficientes razones para dedicar una visita a uno de los museos de arte más bonitos de Madrid e intentar analizar, cada uno con su mirada, la obra de este maestro de la pintura.
En realidad, como decimos, son muchos los análisis que se pueden hacer de la obra del pintor y todos ellos, exceden nuestra humilde capacidad para el estudio pictórico. Pero, como amantes de la psicología que somos, desde la Librería Mayo, no podíamos dejar de fijarnos en esa otra perspectiva de la exposición. Aquella que, de alguna manera, también adivinamos en el título que le han dado a la misma: “Llegar a ser Freud”.
¿Qué quiere decir? ¿Y tendrá algo que ver con el fundador del psicoanálisis?
La figura de Freud, Sigmund en este caso, tiene tal relevancia para la cultura occidental actual que rotular una exposición con la frase “llegar a ser Freud” nos parece un juego de ambigüedad por parte de los comisarios de la exposición. Decir “llegar a ser Freud” nos remite inexorablemente a Sigmund Freud. Incluso para hablar de la psicoanalista Anna Freud es necesario añadir el nombre y así poder diferenciarla de su padre. Entonces, ¿por qué ese rótulo que sacado fuera del contexto de la exposición nos remitiría a una de los pensadores más revolucionarios de la historia de la humanidad? ¿Por qué no decir algo menos ambiguo como “llegar a ser Lucian Freud”?
Desde nuestro punto de vista porque el propósito oculto es ese precisamente. Que relacionemos ambas figuras y pensemos si Lucian llegó a ser Freud, un Freud por propio derecho, o si anhelaba serlo.
Ahora que está tan de moda el término nepo baby, aquellos hijos de celebridades y figuras relevantes que basan su carrera y ascenso en los logros y contactos de sus predecesores, podíamos pensar si fue Lucian Freud un nepo baby en su tiempo, guiado por el linaje familiar. Un joven artista que, usando el apellido familiar, plasmaría en su arte el simbolismo psicoanalítico, la subjetividad de los sueños, la sexualidad oculta en los instintos humanos, todo un mundo onírico guiado por el subconsciente del artista. Hallaríamos pues una obra pictórica quizá de corte surrealista, como si de un Salvador Dalí se tratase, donde las asociaciones libres de nuestro subconsciente nos guiasen hacia la libertad del ser humano. Y sin embargo, no hallaremos nada de todo esto.
Se dice en psicoterapia que los silencios narran tanto o más que los diálogos.
Y en la obra, y en la vida de Lucian Freud, adivinamos un inmenso y revelador silencio. Cuenta Eduardo Médici al analizar la vida y la obra de Lucian Freud que “el pintor hablaba poco de su familia, la relación con su padre no era muy buena y no quería nada a su tía Anna. De su abuelo recordaba el buen humor, pero comentaba que no había leído nada de su obra. Y nos recuerda entonces que cada pintor, a su manera, plasma su propia historia. Dudo que Lucian pudiera ignorar el cuerpo de la obra de su abuelo aunque se negara a leerla hasta su muerte, aunque se burlara de aquellos que querían vincularla con la suya, porque esa obra estaba ya escrita en su cuerpo y en los cuerpos de aquellos sometidos a su mirada”.
Seres humanos retratados con una materialidad cruda. Su carne, su intimidad física objetiva, su genitalidad no erotizada, para mostrarnos que las personas también somos eso: masas de carne. Y un pintor que analiza esa carne hasta no dejar un detalle oculto. Hasta convertirse en un insaciable inquisidor que llega a poseer la realidad de ese ser humano, que intenta esconderse bajo cortinas de humo inconscientes y subjetivas pero completamente inútiles. Sus modelos, sentados o tumbados sobre significativos divanes, en largas sesiones de análisis, son sometidos al poder del artista. No hay ninguna fragilidad humana que se pueda esconder a sus ojos. Esta es tu realidad más allá de quien creas ser y lo que creas poseer.
Lucian se esfuerza pues en convertirse en un pintor figurativo de tipo expresionista, lo más lejos que puede del surrealismo, casi acercándose a la tendencia hiperrealista, si no fuese porque como artista hace todo lo posible para dejar su huella y mostrar que él está ahí, que entre la realidad y la obra de arte para la posteridad se encuentra él: Lucian Freud.
En definitiva, una exposición más que interesante para contemplar la evolución de un artista que se negó a ser “un Freud” para convertirse, por derecho propio, en Freud.
Así que esperamos vuestros comentarios después de la visita.
Queremos saber vuestras opiniones sobre la exposición. A nosotros nos impresionó la mirada soberbia de Lucian Freud desde la altura de su ego, nos desbordó el colosal retrato de Sue Tilly, nos maravilló su Retrato inacabado cargado de simbolismo, y captó nuestra atención la única obra surrealista que encontramos en toda la exposición, El cuarto del pintor.