
Más allá de la maternidad consciente
El reto de criar a un hijo, el reto de ser madre, es algo tan importante para la vida de una persona, para la sociedad en su conjunto y para la historia de la humanidad que debería ser una de nuestras principales preocupaciones y motivos de reflexión. Y, sin embargo, no lo es. O no suele serlo.
Descuidamos la infancia y la crianza o la sometemos a criterios rígidos e inflexibles. Continuamente se les dice a las madres lo que “deben” hacer para criar a sus niños y se las devalúa o critica cuando no cumplen con la norma social/cultural impuesta en cada momento. Pero muy pocas veces, nos preocupamos de cuidar a esas madres para que a su vez ellas puedan cuidar y decidir cómo desean realizar la crianza de sus pequeños.
Es una sociedad que fomenta el sufrimiento. Que impide a las madres vincularse con sus hijos y sentir la fusión emocional que tienen con ellos. Y que tendrá como consecuencia futuros seres humanos sufrientes que completarán una y otra vez ese círculo.
Terrible.
Quizá, hasta que hace ya algún tiempo se comenzó a hablar de un concepto llamado maternidad consciente. El tiempo dirá si se trata de uno de esos conceptos revolucionarios para el pensamiento humano: como hablar del inconsciente o como hablar del apego.
Pero en esta entrada del blog, queremos ir un poco más allá de la maternidad consciente porque hay una autora cuyo pensamiento desborda incluso este concepto. Esa autora es Laura Gutman, que en estos días está realizando una breve visita a nuestro país.
Para hacernos una idea de que nos propone Laura Gutman y como desarrolla su discurso podemos echar un breve vistazo a algunos de los títulos de su bibliografía:
- La maternidad y el encuentro con la propia sombra.
- La biografía humana.
- El poder del discurso materno.
- Qué nos pasó cuando fuimos niños y que hicimos con eso.
- Una civilización niñocéntrica.
Son muchas las opiniones que genera Laura Gutman. Y muy intensas todas. Tiene seguidores y detractores a partes iguales. Pero, más allá de que puntualmente cualquier autor de renombre bajo el efecto de los focos siempre puede dar un traspiés; la sensación es que Laura Gutman ha tocado algunos temas sensibles para muchas, muchísimas personas y de ahí tanta polémica.
No tiene un discurso fácil de consumir.
No se trata de lanzar un concepto de maternidad consciente light, dando unas pautas edulcoradas que generen millones de likes en las redes y queden fenomenales en Instagram; mientras nada cambia en la forma de conducirse de la sociedad. Nada de eso.
Gutman propone pensar y reflexionar sobre nosotros mismos y nuestras infancias. Sobre las hijas y los hijos que fuimos, y sobre las madres y padres que somos. Nos sitúa frente a frente con nuestro sufrimiento y nuestras incapacidades como seres humanos y como sociedad en general. Y propone ir más allá de la maternidad consciente para comenzar a replantear nuestra propia biografía y la historia de la humanidad, hacia una nueva civilización niñocéntrica.
Leemos a Laura Gutman:
“Comparto con los lectores mi evidencia más tangible: las criaturas humanas precisamos, durante toda nuestra infancia y adolescencia, ser amadas por nuestra madre, o por una persona maternante a través de sus cuidados amorosos, hasta que estemos en condiciones de valernos por nosotros mismos. Aunque nuestra civilización proponga todo lo contrario. Aunque gran parte de nuestras madres —a pesar de haber tenido buenas intenciones— no han sabido cuidarnos, no han podido protegernos, no han vibrado al unísono con nuestras percepciones, no han sentido nuestros obstáculos ni han acompañado el despliegue de nuestro ser esencial. ¿Por qué? Porque a su vez ellas mismas fueron alejadas de su propia interioridad, dentro de un encadenamiento transgeneracional antiguo. Por lo tanto, nos costará mucho esfuerzo convertirnos en personas amorosas.
Por eso, mi preocupación reside en encontrar recursos para amar a los niños. Sabiendo que, para amarlos, antes tendremos que reconocer qué nos pasó cuando nosotros mismos fuimos niños. Si no abordamos nuestra realidad afectiva, nuestros agujeros, nuestras necesidades no satisfechas y nuestros miedos, no podremos dar prioridad a las necesidades genuinas del otro. Parece una propuesta sencilla, pero no lo es. Porque todos los adultos somos —en mayor o menor medida— niños lastimados. Y si no lo reconocemos, reaccionamos automáticamente quemados por el dolor. ¿Tenemos la culpa? No. ¿Somos responsables? Sí.”…
…”Sé que mis lectores prefieren que responda sobre los problemas cotidianos de nuestros hijos: las peleas por las mañanas porque no quieren ir a la escuela, los broncoespasmos, los trastornos de conducta, los ataques de pánico, la adicción a los dulces, las noches de llanto o lo que sea que nos preocupa con urgencia hoy. Sin embargo, no sólo ya he escrito sobre todo ese abanico de temas, sino que cada vez estoy más segura de que lo único urgente es comprender cabalmente de dónde venimos. Ese es el primer gran paso. Con frecuencia queremos saltearlo, pero luego no obtenemos resultados esperados.
¿Por qué me obstino en denunciar que nuestras infancias fueron mucho más horribles de lo que recordamos? Porque el mundo anda muy mal. En efecto, tanto en las instancias colectivas —guerras, inmigraciones masivas, cárceles repletas— como en las instancias individuales —asesinatos, violencia de género, enfermedades, bullying, robos, maltratos interfamiliares— está la evidencia. Por mi parte estoy segura de que podemos transformar el mundo si cambiamos individualmente y sobre todo si recuperamos nuestra capacidad para amar. Ahora bien, para recuperar nuestros mejores dones, antes tendríamos que comprender cabalmente qué nos pasó y qué hacemos hoy automáticamente con eso que nos pasó. El nivel de desarraigo de la realidad, la tergiversación y las diferentes formas de locura son un mecanismo —uno más— de supervivencia que es necesario comprender.”…
…”Cuando nos metemos en las sombras de cada individuo, nos encontramos con una inmensidad inabarcable. Sin embargo, hay que empezar por algún lugar, por más que sea un recorte ficticio. Yo propongo evocar la infancia aunque el mayor obstáculo es que aquello que el individuo relata va a estar constituido por una sobredosis de discursos engañados, como he descrito detalladamente en los libros El poder del discurso materno y en Amor o dominación. Los estragos del patriarcado. Nuestros recuerdos, experiencias e interpretaciones se establecieron sobre la base de lo que alguien muy importante nos ha dicho. Ese alguien en la mayoría de los casos ha sido nuestra madre. ¿Por qué apuntamos a nuestra madre? Porque fue la persona más importante con quien nos hemos vinculado durante la niñez, si es que ella nos crio. Incluso si la recordamos cruel, sin recursos o víctima; hemos organizado nuestro sistema de creencias desde su punto de vista. No tenemos conciencia del grado de coincidencia emocional que establecemos con nuestras madres o con la persona que nos ha criado.”…
…”Las funciones de maternaje y paternaje dejan al descubierto nuestras discapacidades. Si no tenemos hijos pequeños, podemos esconder nuestra falta de altruismo ya que no hay otras instancias tan exigentes en términos afectivos. Pero ante la presencia de los hijos, las cosas no se solucionan con buena voluntad. Todas las madres y los padres aseguramos que queremos darles a nuestros hijos lo mejor. Pero frente a la demanda real y concreta del niño, sencillamente no podemos. ¿Por qué? Porque estamos aún hambrientos de cariño, amparo y protección, cosa que no hemos recibido cuando nosotros fuimos niños.”
En definitiva, y desde nuestro punto de vista, atender a la forma en la que nos criamos como seres humanos debería ser una de las tareas más importantes a desarrollar por la sociedad en su conjunto. La filosofía que hay detrás del concepto de maternidad consciente nos permite empezar una reflexión profunda sobre cómo nos convertimos en personas y que clase de mundo construimos.
Por eso, leer a Laura Gutman puede cambiarte la vida…como madre, como padre, como profesional, como ser humano. Elige la opinión que quieras tener sobre ella, pero antes lee su discurso. Merece la pena.
Eso sí, no busques consejos fáciles sobre como dormir a un niño o educarle. Laura Gutman es un más allá de la maternidad consciente.
Leemos para cambiar!

