Autonomía, educación moral y participación escolar

Autonomía y participación son conceptos que con cierta facilidad se han mostrado como antagónicos. Disparidad que ha obedecido a una errónea concepción de la participación, basada más en el poder que en la autoridad, lo que conlleva por una parte una limitación de la confianza personal y, por otra, un planteamiento unilateral de la autonomía, apoyado en el individualismo que caracteriza a la sociedad y a las organizaciones sociales.

En el marco de las XXVIII Jornadas para Directivos de Centros Educativos, organizadas por el Departamento de Educación de la Universidad de Navarra en febrero de 2000, se abordó la cuestión anteriormente señalada: Autonomía y participación en los centros educativos, de la que es fruto este libro, junto con otros estudios de la misma temática de varios profesores universitarios.

Tal y como se recoge en las diversas colaboraciones, autonomía y participación no sólo no son conceptos excluyentes, sino que ambos se reclaman bidireccionalmente. No se puede concebir una autonomía personal sin ámbito manifestativo (participación); es difícil pensar en la participación sin contar con la novedad que conlleva la aportación personal (autonomía).

De este modo, una de las tareas prioritarias que se le presentan al directivo es, por un lado, facilitar los cauces manifestativos en los que se expresa la intimidad personal y, por otro, potenciar la autonomía personal a través de la participación, buscando el enriquecimiento mutuo de las personas y la consiguiente mejora del centro educativo.