Es esta una historia sobre uno de los problemas más graves y preocupantes para la sociedad, que sufren los adolescentes en edad escolar: el acoso.
Como ante cualquier maltrato, la neutralidad (asumir el papel de testigo mudo, de cruel cómplice) no es, en esta historia de Víctor y Pepe, una elección acertada; ponerse en la piel de cada una de las partes de este triángulo trágico (acosador-víctima-testigo mudo) deja abierta una puerta a la conciencia y, por ende, a la esperanza.
Un mundo sin agresiones es posible y, afortunadamente, en nosotros queda la responsabilidad de crearlo.