Edgar Willems fue uno de los precursores de un nuevo enfoque en la educación musical del pasado siglo y se ha convertido, en la actualidad, en uno de los autores de referencia en este campo.
Willems entiendió que la educación musical va mucho más allá de la enseñanza del solfeo y del aprendizaje de un instrumento. Para él la educación musical consiste en establecer las bases de una verdadera educación que cultive la armonía en el ser humano a través de la música. Propone una concepción integral de la cultura musical que no sea solo un añadido a ciertas habilidades más o menos cultivadas, sino que se configure desde la infancia como parte integrante de una personalidad armoniosa. A través de canciones populares, improvisaciones, el dominio de los instrumentos más simples, la explotación de posibilidades expresivas y la liberación de su sentido del ritmo, una buena educación musical permitirá al niño vivir la música de una manera más profunda, conocer la alegría de la creación y concentrar en ella sin inhibiciones las funciones del cuerpo y del pensamiento.
En esta obra el autor no se limita a señalar las ventajas de una educación musical temprana, sino que examina las bases psicológicas de dicha educación. Así Willems aborda, entre otras cosas, los fundamentos y alcance de la educación sensorial, el desarrollo de la afectividad auditiva o el papel de la audición en la evolución del hombre.