—Soy Azul —dijo el elefante.
—¿Podrías quitarte, Azul? —pregunté.
—No me quiero mover. Este es un buen lugar para sentarme.
Cuando un elefante se te instala en el pecho parece que no hay mucho que hacer: cuesta levantarse, moverse y hasta respirar. ¿Hay alguien o algo capaz de mover a un huésped pesado y remolón?
Cálida, empática, y por momentos divertida, Mi elefante azul es una historia esperanzadora para acercarse a comprender emociones difíciles de pequeños y grandes.