"Imagínate", dice un antropólogo a su colega, "se ha descubierto finalmente el eslabón que faltaba entre el mono y el homo sapiens". "¡Fantástico! ¿Y qué es?", quiere saber el otro. Y el primero responde: "El hombre".
Querido lector, no se desanime. Es cierto lo que dice este chiste, pero ya estamos sobre la pista de hallar cómo subsanar este defecto. Nos espera un futuro magnífico, una solución clarifinante (es decir, soluciones que no solo eliminan el problema, sino también todo lo que está relacionado con él) en la que nos podremos deslizar con toda seguridad, sin dolor, sin derramamiento de sangre y con toda comodidad.