Nuestra flecha, la flecha del psicoanálisis, la de Lacan, la flecha de la orientación lacaniana, es como una flecha Zen, que en su vuelo, hará blanco en el corazón del ser del arquero que la lanza. El ejectutante de un instrumento musical, el intérprete, con su maestría, ¿no hace lo mismo que el analista al escuchar lo que está escrito?