La autora se propone estudiar aquí la dificultad que constituye la causa de que la defensa maníaca sea tan difícil de analizar por un psicoanalista. Detrás de la proyección y de la euforia aparentes, las cuales –en dosis “razonables”– ayudan a superar las crisis de angustia depresiva que constituye un aparte de cada uno de nosotros, el autor intenta realizar la hipótesis de la existencia de un “núcleo psíquico duro”, con una protección al estilo de un “caparazón” que hace que la locura maníaca sea inaccesible a toda comunicación.
En los niños –en este libro se analiza en detalle un caso– es donde la autora ha encontrado de forma más frecuente esta defensa maníaca. Pero también la descubre en los adultos y en nuestra sociedad contemporánea en cuanto estilo de vida.