La angustia y el pensamiento mágico

Las nuevas teorías psicoanalíticas difieren de las tesis de Freud acerca de la angustia como consecuencia del complejo de Edipo y del llamado complejo de culpa. El mismo maestro vienés, al final de su vida, reconoció que su origen se remonta hasta el nacimiento del niño; es decir, es una manifestación de índole biológica. Al desarrollarse la conciencia, la angustia la invade y crea el sentimiento de inseguridad, el temor ante el peligro, la inquietud, la ansiedad, el miedo frente a imaginarios enemigos, todo ello característico de la actitud infantil.

Charles Odier estudia el tema partiendo de concepciones que sobrepasan la antigua idea de que el elemento generador de la angustia es el peligro o su percepción interna. El estado de "inseguridad subjetiva" se halla en el centro del proceso y su perduración en la edad adulta motiva la conducta del angustiado, del hombre que se siente caído en el abandono, acosado por recuerdos que desde lo inconsciente afloran en un sentimiento de impotencia y de falta de seguridad. El psicólogo debe dirigir su análisis yendo desde los síntomas hasta la fuente de donde arrancan: la infancia. En otros términos, Odier sostiene que la angustia reproduce una situación infantil que ejerce influjos disociantes en la conciencia, lleva el pensamiento a su nivel mágico y engendra la "regresión conjunta" del pensamiento y de la afectividad.

Las fobias y las pesadillas y, sobre todo, la neurosis de abandono son las señales inmediatas que guían al médico hacia el conocimiento de ese desequilibrio entre las facultades de la conciencia. Lo mágico, a que recurre el angustiado, es una muestra de los factores defensivos que él crea y a la vez un síntoma de la acción de ese desequilibrio. El autor expone admirablemente cada uno de esos factores y los interpreta de acuerdo con los últimos descubrimientos del psicoanálisis.