Las tesis de Sexo y Cultura se centran en la pregunta: ¿Por qué hay más odio que amor? Y concluye en una afirmación: "El hombre es un animal más fanático que erótico". Sigue siendo especie territorial, aunque ahora el territorio se llame prestigio, canonjías profesionales, riqueza y disfrute posesivo del sexo. Pero el autor opone el homo tanacicus el homo eroticus, que es respecto al primero lo que el homo sapiens lo fue con respecto al antepasado común de monos y hombres.
El hombre erótico ha tenido sus representantes señeros en todos aquellos que han contribuido a quitar una cantidad mayor o menos de sal al mar de lágrimas de la existencia humana.
El futuro es de este hombre y no de ese otro que ha convertido la historia de la Humanidad en un desfile macabro de crímenes y torturas
El libro hace también un estudio de la dialéctica de la pareja humana, y contra los pontífices de la incomunicación existencial, afirma la necesidad antorpológica-existencial de esa comunicación. Y, por otra parte, coloca en la base de esta comunicación la libertas, la libertad cuyos perfiles se van diluyendo en una cultura como la nuestra, en la que cada vez se habla más de determinismo y alienación