Mi niño no dibuja ni escribe, tampoco lo intenta. Coge el lápiz, hace una raya y con eso es suficiente. Entonces le obligo a hacer sus cuadernos de caligrafía, a unir puntos, a crear formas. Se concentra, se esmera, pone interés y después vuelve corriendo a su lado de la orilla, adonde quiera que él vive, adonde no puedo acompañarle.
¿A dónde vas a ir mi niño con el corazón tan blanco y el alma tan rubia? Si por lo menos tuvieses espinas.
Como el Principito, eres puro y vienes de una estrella, no comprendes a las personas grandes, no mides el peligro, no te dejas interrogar y jamás olvidas una pregunta una vez que la has formulado.
Mi principito.
Que viajas por los planetas y buscas tu puesta de sol. Yo te dibujaré una armadura, con espada y escudo.
Te dibujaré una armadura es una exaltación de la infancia y del amor entre madre e hijo. Esta sobrecogedora y lírica narración describe los desafíos en la crianza de un niño neuroatípico muy especial.
Su madre consigue transformar esa situación de incertidumbre y angustia en una fuerza creativa arrolladora para descubrirnos una realidad compleja y profunda en la que “a la felicidad hay que ponerle anzuelos porque está por todas partes, pero rara vez en la superficie”.
Viviana Fernández-Pico reflexiona en estas páginas sobre la vida, la belleza, la mezquindad del ser humano, el concepto de normalidad, la medicina…, mientras intenta descifrar el gran enigma de su existencia: su hijo.